Siempre me impresionó la capacidad de las personas de movilizarse por causas distantes. Y cuando digo distantes no me refiero apenas a la distancia geográfica. Nada de mal en compadecerse con el riesgo de extinción del pez-gato de Mekong o con la sangrienta guerra civil de Ruanda, pues ambos casos lo hacen por la humanidad. Pero para el buen samaritano (y brasileño) que quiera hacer algo de noble en su vida no faltarán, estoy seguro, causas cruciales a una cuadra de su casa.
Reflexiono sobre eso después de recibir varios e-mails llamando a luchar por la causa del Tibet. Pide que yo comparezca tal día en frente a la embajada china para protestar (consultando mi agenda, veo que ese día tendré dentista, tratamiento de conducto, cosa seria, los monjes que me perdonen). Como cualquier mortal que use de vez en cuando la razón, lamento el yugo impuesto por China al Tíbet el dolor del pueblo tibetano. Pero, si la cuestión es de hecho luchar contra injusticias, por que ir tan lejos? El primer e-mail con la convocatoria para la manifestación fue de un conocido mío carioca, que nunca vi empuñando banderas, ni nacionales ni regionales. Me pregunto si después de la masacre de
Hay algo de extremamente vanidoso – e ingenuo – en estas proclamas colectivas. No descreo completamente de la movilización popular. La Historia registra casos en que el pueblo salió a las calles convencido y, armado de rebeldía, consiguió cambiar la escena política, deponer presidentes, denunciar abusos y desmanes. Se dice que el brasileño está bastante acomodado, que nunca se moviliza, sólo si es por sus propios reclamos. Pues no me canso de recibir llamados a la lucha. La lucha por la preservación de las ballenas de Greenpeace, por la no-extinción de los koalas australianos, que poca gente sabe como son, por los expatriados de Kosovo, que poca gente sabe donde queda. Pero por que, si tendríamos que hacerlo por el melancólico peixe-boi, por el prosaico tatu-bola, por los habitantes del Nordeste profundo, que continúan maltratados por la sequía de siempre?
Es como si luchar por causas internacionales confiriese mayor nobleza, talvez glamour, a la lucha. Igualmente el chato (1) Bono Vox, tan empeñado contra el hambre de África, haría mejor si mirara con igual fervor a sus hermanos irlandeses, al final Irlanda, según datos de
Con perdón de la psicología de café, pienso que eso debe ser propio de la naturaleza humana, aspirar a lo que está afuera del alcance, mirar antes a lo lejano y, sólo después, alrededor. En el caso nuestro, brasileños, nunca vi mejor explicación que el clásico “complejo de vira-lata” (2), acuñado por Nelson Rodrigues. Sea cual sea, esta, nuestra provinciana y colonial vocación para arrodillarnos a los pies del mundo, mientras desdeñamos de nuestras propias bossas (2) y defectos. En cuanto a los clamores en favor del Tibet, dedicare mis plegarias a los tibetanos esta noche – a distancia, como hace el Dalai Lama, mientras ofrece conferencias a adinerados por el mundo. Pero no me pidan más que eso, pues tengo mucho más que hacer. Bien aquí, debajo de mi nariz.
(*) Masacre de
(2) bossa puede traducirse como onda, moda, también: tendencia, aptitud.
(3) chato, descalificativo muy común en Brasil. Algunos lo traducen como plomo. En portugués también significa ladilla (la mariposa del amor…)
Cualquier corrección será bienvenida.
No conozco ningún otro músico brasileño que maneje tan bien la ironía.
Para el 2008, también se espera su nuevo disco “O coraçâo do homem-bomba”, que será doble pero se editará en dos veces: el Vol. 1 en julio y en octubre el Vol. 2.Por último, como empecé a subir la charla que tuve con Chico César, intentaré también hacerlo con el reportaje que le hice a Zeca el año pasado. Como diría Lenine: “...paciencia…”
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