jueves, 15 de octubre de 2009

"La Voz No es Mía. Es de las Sirenas"- Maria Bethânia


En gusto ya está todo escrito, ne?
Y puesto a opinar, gusto mucho de la Maria Bethânia de este nuevo milenio.
Como en el caso de Gal Costa, el lugar de "diva" (qué feo) en el que la ubicaron allá por los años 80, no ayudó ni aportó mucho a su crecimiento musical. Bethânia como que se acomodó en ese lugar de intocable y, en verdad, durante ese tiempo fueron más los discos opacos que luminosos.
Uno extrañaba épocas más atrevidas y se lamentaba de esa ...autocomplacencia? que creía notar en ella. Es un tema bastante denso y polémico y ni ahí quiero arrogarme el derecho a decir que está bien o que no, sólo hablo de gustos...
Pero indudablemente el cambio de siglo le sentó muy bien a la baiana. Discos casi perfectos, como Brasileirinho, Mar de Sophia y Pirata le cerraron la boca a quien la creía acabada.
Y agora se viene con 2 nuevos discos, Encanteria y Tua que confirman los antecedentes inmediatos (aunque en realidad podría hablar solo de Encanteria, repleto de sambas que no puedo dejar de escuchar, ya que a Tua lo tengo oído no tantas veces).
Bien, a propósito de estos estrenos, Armando Antenore le hizo un muy buen reportaje para el número de octubre de la revista Bravo!, del cual traduje un buen trecho para compartir com vocês...



Amor y misticismo

Oriunda de Santo Amaro, en el Recôncavo Baiano, la hermana de Caetano Veloso - adepto a "una irreligiosidad feroz", como él mismo se definió - nunca separó rígidamente lo místico de aquello que los cartesianos llaman de real. Para la intérprete, lo sagrado y lo mundano se entrelazan. Uno explica al otro. Tal convicción, que la artista manifiesta con una naturalidad a veces desconcertante, estimula un divertido folclore en torno de ella, una profusión de leyendas que la toman por hechicera o algo así. "Cuando Bethânia inicia una turné, llueve. Evite usar negro al lado de Bethânia. Siempre que Bethânia entra al estudio, los monitores de audio acusan interferencias." De las innumerables historias, la cantora - famosa por resguardar ávidamente la propia intimidad - sólo confirma que no viste ropas negras. Rechaza ese color por respeto a las recomendaciones del candomblé, creencia que abrazó junto con la devoción por el catolicismo. "Pero pueden usar negro cerca de mi", avisa, a las carcajadas.
La faceta mística de Bethânia despunta claramente en el CD Encanteria, uno de los dos que acaba de lanzar el álbum del sello Quitanda y que agrega 11 composiciones inéditas - sambas e tonadas- sobre orixás, santos y las celebraciones que los homenajean. Caetano y Gilberto Gil cantan en el tema Saudade Dela.
El otro disco, Tua, sale por Biscoito Fino. También reúne 11 músicas inéditas y cuenta con la participación del pernambucano Lenine. De sonoridad más urbana, tiene como leit-motiv el amor.
En conjunto, los delicados trabajos reafirman que Bethânia ya no cabe apenas en los rótulos de "romântica", "brejeira" o "artista de masa". Ella es hoy, a los 63 años y 46 de carrera, un clásico a la altura de Edith Piaf, Nina Simone o Ella Fitzgerald, aunque de alcance menor.
Durante la entrevista de casi dos horas, la cantora vestía un pantalón azul y una especie de chal rosa. En las manos, brazos y cuello lucía, algunas joyas, la mayoría dorada. Uno de los anillos y el reloj despertaron especialmente la atención.

BRAVO!: Que anillo curioso…
Maria Bethânia: Te gustó? Trae la imagen de mi caboclo.

Un indio?
-Exacto, el caboclo que me protege, gracias a Dios. Mira que historia inusitada: una vez, desembarcando en Miami, me topé en Migraciones con un policía blanco, alto y muy fuerte. "Virgen Santísima!", pensé. "Que tamaño de sujeto!". En tanto, para mi sorpresa, el hombre sonrió. Cuando tomó mi pasaporte, noté que ostentaba un anillo de plata enorme. Una pieza luminosa, con el rostro de un indio. "Que anillo increíble!", comenté en portugués. El hombre continuó riendo como si me comprendiese. De repente, se sacó el anillo y me lo dio. Un gesto absolutamente improbable: la policía de los Estados Unidos distribuyendo regalos en un aeropuerto?! En cuanto volví para casa, me hice una copia del anillo, más pequeña, en oro.. Es la que estoy usando.

Cual es el nombre del caboclo? Se puede revelar?
-Querés saber demasiado sobre mi caboclo! (risas) Hace décadas, pertenezco a la Nación Ketu del candomblé. Pero, aún muchacha, en Santo Amaro, acostumbraba visitar un terreiro de otra nación, la Angola. Allí los fieles no adoraban solamente a los orixás. También recibían el espíritu de los indios que habitaban Brasil, los caboclos. Es una tradición maravillosa, que me conmueve. Por eso conservo el anillo. Sin contar que tengo una bisabuela indígena, de la etnia pataxó.

Y el reloj?

-Lo compre para marcar un acontecimiento...

Que acontecimiento?
-No voy entrar en detalles. Fue algo bonito que me ocurrió y que se relacionaba con el tiempo. Precisaba de una cosa que simbolizase aquello.

Como un tatuaje?
-Tatuaje, no — el candomblé lo prohíbe. Es gracioso porque, muy jovencita, soñaba con hacerme uno. Crecí en un lugar repleto de ríos, pero pasaba las vacaciones en la playa. Siempre amé perdidamente el mar. Mi padre decía que la tierra y el océano se espejan. "Todo lo que existe aquí encima existe en el fondo del mar." Yo lo escuchaba, mi imaginación corría suelta: "Todo, papá? Palmeras, abejas, montañas?". Él juraba que si. No en vano, los marineros me encantaban. Admiraba los tatuajes que llevaban en los brazos. "Cuando crezca me haré uno igual", planeaba. Aquella época, pocas mujeres osaban exhibir tatuajes. Yo, atrevida, deseaba uno en la espalda, del lado derecho, cerca de la cola. Imaginé primero, dibujar una sirena. Vivo fascinada por las sirenas. Después cambié de opinión: "Voy a hacerme una estrella, o un sol, o una luna". Acabé no dibujando nada.

Las sirenas te fascinan?

-Inmensamente. De niña recibía unas de mi madre, pequeñitas, de barro. Ahora recibo de los amigos y de los fans. En casa, tengo un montón: de metal, yeso, madera. Las sirenas son las dueñas de la voz... Señoras de la emisión, que cantan por mi boca. Sólo se cantar gracias a las sirenas. Ellas me enseñaron. Mi voz apenas vive en mí. No es mía. Es de las sirenas.
Es de Dios.

Una metáfora, no? O realmente crees que las sirenas existen?

-Creo. Ciertas personas consiguen oírlas, verlas. Yo nunca las vi. Pero las siento, tal vez porque quiero sentirlas. Creo que hoy estoy en el mismo lugar en que las sirenas se encuentran. Una bendición!


Te sentís predestinada?

-Sin duda. Nací para lo que hago. Ya en la infancia, me comportaba de manera poco común. Andaba maquillada por Santo Amaro como una vedette, confeccionaba mis propias ropas e imitaba a los personajes de las piezas que el grupo local de teatro montaba. Conmigo todos se morían de vergüenza, me evitaban. Solamente Caetano me apoyaba. Yo avisaba: "No sirve de nada reclamar! Soy para el escenario, voy a vivir del escenario". No sospechaba aún que iría a cantar. Pretendía ser trapecista. El circo me atraía muchísimo. En una ocasión, me enamoré de payaso, Poli, apenas lo vi en el picadero. Pasión loca, de cine! Me quedé tan así que preparé una manera para conocerlo sin la máscara. Era un hombrecito calvo, casi sexagenario. "Voy a huir con usted!", repetía. El pobre, lógico, apenas reía. Cuando el circo partió de Santo Amaro, me puse mal de tanto llorar.

En que momento resolviste ser cantora?

-Con unos 15 años. O mejor: Caetano resolvió por mí! (risas) Él componía la música de un corto [Moleques de Rua, del director Álvaro Guimarães, Alvinho] y me pidió que la grabara. Me asombré. Cuatro años mayor, Caetano me influenciaba bastante. Nosotros lo considerábamos el genio de la familia. Desde temprano, pintaba como nadie, tocaba, escribía canciones. Me acuerdo verlo dirigir una pieza entera con 8 o 9 años. "Vos v
as a hacer el papel de estrella", me prometía. Yo, un proyecto de persona, concordaba (risas). La cosa es que terminé grabando la música en Salvador, en el atelier de Mario Cravo Jr. [escultor]. Que período bueno! Poco después, en 1963, Alvinho escenificó Boca de Ouro, la tragedia de Nelson Rodrigues, y me llamó para cantar un samba de Ataulfo Alves en el prólogo. Iría a interpretarlo en off, sin aparecer en escena . Igualmente, no dejé de arreglarme, me ponía guantes, aros, collar...

Fue en Salvador, en la década de 1960, que te aproximaste a Gal Costa. Continúan siendo amigas?

-Continuamos, sólo que no como antes. Perdimos el contacto. Antes estábamos pegoteadas, hermanas… Ahora... Gal se distanció mucho de mí y de Caetano. No peleamos ni nada. Ella apenas se aisló. Disminuyó el ritmo, se apartó de la música, adoptó un hijo [Gabriel, en 2007]. Vive allá en Bahia y cuida al niño, linda. Un día le pregunté: "Qué es lo que hoy te gusta más? el canto o la maternidad? Decime, mujer!". No respondió (risas). Tengo la impresión que Gal, una cantora inigualable, no se entusiasma tanto con los nuevos autores. Debe evaluar sus composiciones no están a la altura de su voz, aquel cristal perfecto. Es comprensible. La emisión de Gal exige de hecho canciones tan sofisticadas como las de Caetano, Chico Buarque, Dorival Caymmi, Tom Jobim, Ary Barroso. Yo, en contrapartida, no enfrento el mismo problema. Soy una intérprete antes de todo. Una intérprete de textos, de ideas, que también puede cantar. No soy una purista.


Nunca pensaste en tener o adoptar un hijo?
-Pensaba en dar a luz a los 18, 19 años. Desistí más tarde y no me arrepiento. Hijos son mis discos, es mi carrera. No dispongo de la sabiduría de mis padres para educar una criatura. Y el mundo en que vivimos... Las corridas, la violencia, la competencia, el aire irrespirable... Colocar un bebé en este infierno? En un planeta sofocado? Me espanto cuando constato algunas inversiones de valores. El dinero, por ejemplo. Se tornó el centro del universo. Una locura! A veces, creo que la actual crisis financiera es un alerta del propio dinero: "Presten atención! Entiendan mi naturaleza...". En fin... Soy cruel con los amigos y sobrinos que tienen hijos. Les exijo que celen de su crías y no admito que se quejen. Decidieron tener? Entonces redóblense para ampararlos.

Los dilemas ecológicos parecen preocuparte. Apoyarías la posible candidatura a la presidencia de la senadora Marina Silva, que acabó de ingresar al Partido Verde?

-Marina* me arrebata. Es noble, firme, sobria. Y domina el área de ella, la del medio ambiente. Como Gilberto Gil [ex-ministro de Cultura], pasó por el gobierno federal sin mancharse, sin cometer errores graves. Juré que no votaría más a ningún candidato, ni del Ejecutivo ni del Legislativo. Pero Marina tal vez me anime a volver atrás. Estuve con Lula en las elecciones de 2002 y después dejé de votar. Los políticos me irritan. Imaginan que somos idiotas.

Para leer la entrevista completa (en portugués), por aquí

* Nota del blogueiro:
Marina Silva: viuda de Chico Mendes. Al que le interese el tema de su candidatura, acá hay un interesante artículo del reconocido Eric Nepomuceno.

Por si fuera pouquinho: audio de la entrevista